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Pero no, mi pueblo es semejante a los comerciantes tramposos, pues usa balanzas adulteradas para estafar a la gente. Efraín se jacta: «¡Yo soy muy rico! ¡Lo he logrado todo por mi propia cuenta! ¡Nadie podrá probar que he engañado a alguien!».

El Señor dice: «Yo soy el mismo Señor, el mismo Dios que los libró de la esclavitud de Egipto, y yo soy el que los hará vivir nuevamente en tiendas, como lo hacían cuando estaban en el desierto.

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